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El divorcio perfecto

Dicen los chinos que «un diamante con un defecto es mejor que una piedra común que es perfecta».

Al igual que no existen matrimonios perfectos, los divorcios, en su mayoría, distan mucho de serlo, siempre habrá alguna tara, algún defecto, algo que no sea de nuestro gusto.

Pero la perfección en un divorcio express, como en casi todo es un término subjetivo, para uno es una cosa y para otro, otra distinta.

Lo que está claro es que acercarse a la perfección en un divorcio contencioso es infinítamente más complicado que hacerlo con un mutuo acuerdo, mucho más proclive a pactos entre los cónyuges.

El texto que se va a recrear es una realidad que puede entrar en cualquier hogar en cualquier momento, de hecho, pasa todos los días.

El divorcio de Pepe y María

Radiografía del matrimonio

Pepe y María como podréis imaginar, es un matrimonio ficticio, pero los usaremos para recrear una situación muy habitual en cualquier hogar.

Llevan casados 13 años, ambos trabajan y tienen dos hijos, Cleopatra y Marco Antonio, ambos tienen 4 y 7 años respectivamente.

Pepe tiene 41 años y María 38.

Viven en Madrid, en un piso que compraron al poco de casarse, en el barrio de Vallecas, un segundo con ascensor, tres habitaciones, la típica vivienda de una familia de nivel medio.

Pepe trabaja de albañil, autónomo, puede ganar desde 200 € al mes hasta 3.000 €, según se de, como cualquier autónomo de este país, depende de sus clientes. Cada mes, hace cientos de presupuestos, pero pocos cuajan.

María es profesora de primaria y su nómina dice que gana 1.300 €. 

El piso está gravado con una hipoteca, mensualmente deben abonar 500 €, y restan por pagar 100.000 €

Además del préstamo hipotecario tienen dos tarjetas de crédito y se deben 2.000 € en cada una de ellas.

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Los tiempos de color de rosa se acabaron

El matrimonio, como todos, siempre ha tenido sus altos y bajos y, de una manera u otra, por el bien de los hijos, siempre han conseguido ir superando sus problemas, no sin grandes dosis de paciencia, y sin algún que otro sapo que tragar.

Lejos quedan para ambos aquellos tiempos en los que Pepe era el hombre perfecto para María y ésta lo era para Pepe.

Los defectos de Pepe

A Pepe le gusta mucho salir con sus amigos, cosa que a María no le parece bien, pues piensa que su tiempo de soltero ya pasó, y tiene que hacer frente a sus responsabilidades como padre y como esposo. Ya no tiene 20 años.

Pepe siempre deja su ropa tirada por cualquier sitio, algo que irrita sobremanera a María.

Además, María piensa que pasa demasiado tiempo jugando a la PlayStation, tiempo que podría dedicar a ayudarla o a estar con sus hijos.

Los defectos de María

Por su parte Pepe, piensa que María pasa demasiado tiempo en las redes sociales, gasta un dinero que no tiene en cosas accesorias y usa sus energías en criticarle a él y a sus padres.

Por último, un gran tema de discusión son los padres de Pepe, en especial su madre, la suegra de María. María piensa que se mete donde no la llaman, hace comentarios inapropiados y tiene una forma de educar a sus nietos que no aprueba en absoluto.

Está muy cansado de esta situación, al igual de María.

El detonante

Un día cualquiera Pepe regresa a casa, está cansado de una dura joranda de trabajo. Subir sacos de cemento a un tercero sin ascensor es mortal para cualquiera, y más en el mes de Julio.

Le dolía un poco la cabeza y esta vez, ha adelantado su hora de regreso. Normalmente llega entre las 9 y las 10 de la noche, no es el caso de hoy.

Los niños no están en casa, tampoco María.

Pepe cae en la cuenta de que es un martes, son las 7 de la tarde y a esa hora los pequeños tienen clase de ingés.

Coge una cerveza y se desparrama en el sofá del salón, enciende la tele, da igual el canal que ponga, todo le parece basura, no obstante, decide quedarse en Tele 5, está hablando Belén Esteban, la princesa del pueblo.

Al poco, suena un móvil, no es el suyo. Parece que María se ha dejado su smartphone Sansumg S8 en casa.

Pepe quiere saber quién ha llamado. Coge el móvil de María, un número grabado, con el nombre de Carla. No conoce a ninguna Carla y las amigas de su mujer se cuentan con los dedos de las manos.

Dicen que la curiosidad mató al gato. Pepe marca el teléfono de Carla con el móvil de su mujer. El tono dura unos pocos segundos que le parecen siglos a Pepe, un sudor frío le atrapa. 

Desea con todas sus fuerzas oir la voz de una mujer pero se teme lo peor.

Carla descuelga el teléfono, se escucha una voz de hombre que dice «Hola pichoncita mía, dónde estabas, tenía ganas de escuchar tu voz».

Pepe cuelga el teléfono y literalmente se derrumba en el sofá. Su mundo, tal y como lo conoce ha llegado a su fin. Nada volverá a ser igual.

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